Historia del canal de Panamá
- Gabriiela V. Agudelo
- 1 jul 2018
- 3 Min. de lectura
Primeras rutas
El istmo de Panamá ya era utilizado por los nativos americanos antes de la llegada de los europeos en el siglo XV para el desplazamiento entre las costas atlántica y del pacífico. Los primeros exploradores europeos conocieron por los aborígenes los antiguos caminos utilizados por las civilizaciones precolombinas para atravesar el istmo.
Etapa española
La historia del canal de Panamá se remonta a los primeros exploradores españoles llegados a América. Por su orografía, el istmo de Panamá constituye el lugar idóneo donde crear un paso para el transporte marítimo entre el Pacífico y el Atlántico. A comienzos del siglo XVI, Colón en su cuarto viaje llegó a navegar por Centroamérica buscando una vía de paso. También atrajo la atención de Hernán Cortés.
En 1514 el español Vasco Núñez de Balboa fue el primer explorador europeo en contemplar el océano Pacífico, y construyó una ruta que serviría para transportar sus buques desde Santa María la Antigua del Darién (costa atlántica de Panamá) a la bahía de San Miguel en el Pacífico, aunque este recorrido de 50 a 65 km, fue rápidamente abandonado.
En noviembre de 1515 el Capitán Antonio Tello de Guzmán descubrió una pista que atravesaba el istmo desde el golfo de Panamá hasta Panamá, cerca de la ciudad abandonada de Nombre de Dios. Habiendo sido utilizada por los nativos durante siglos, fue mejorada y pavimentada por los españoles, llegándose a convertir en Camino Real. El camino fue usado para transportar el oro a Portobelo y, desde allí enviarlo a España, convirtiéndose así en la primera gran ruta del istmo.
En 1520 Fernando de Magallanes, navegante portugués bajo pabellón del rey de España y Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Carlos I, encontró un paso diferente entre los dos océanos: el estrecho de Magallanes. Su odisea mostró que el camino era demasiado peligroso, así que surgió la necesidad de encontrar una forma más fácil de llegar a los Mares del Sur sin tener que navegar hasta el extremo austral del continente americano.

En 1524 el rey Carlos I sugirió excavar un canal que acortara los viajes a Perú y permitiría que los buques evitasen el peligroso cabo de Hornos, sobre todo para el transporte de oro. Un primer proyecto se realizó 1529 pero la situación política en Europa y el nivel tecnológico de la época lo hicieron inviable. Tras los problemas que surgieron en el camino de Portobelo al Pacífico, en 1533 el colono más rico e influyente de Panamá y después gran empresario en Perú, Gaspar de Espinosa, sugirió al Consejo de Indias la creación de una vía alternativa excavando un canal. Su plan era construir un camino desde la ciudad de Panamá, estación terminal del Pacífico en el Camino Real, y la ciudad de Cruces, a orillas del río Chagres, cerca de la línea del canal que acabó construyendo Fernando de Lesseps en el siglo XX (a 30 km de Panamá). Una vez en el río Chagres la carga se transportaría en barcos hasta el mar Caribe. Aunque Espinosa murió antes de lograr que este proyecto se hiciera realidad, el camino se ejecutó y se llamó el Camino de Cruces y sendero de Las Cruces. De Chagres, las cargas se transportaban al almacén del rey en Portobelo. Es aquí donde durante más de dos siglos se llevaría a cabo la famosa Feria de Portobello, que consistía en grandes intercambios entre la parte sur del continente (Virreinato del Perú) y la gran corona española. Esta ruta fue utilizada durante varios siglos, incluso en 1840 durante la fiebre del oro de California.
Unos años más tarde, en 1550, otro navegante portugués, Antonio Galvao, pensó que la única manera de crear un acceso rápido a los mares del sur requeriría la construcción de un paso artificial y que las únicas ubicaciones posibles serían: Tehuantepec, Nicaragua, Panamá o Darién. El proyecto no se llevaría a cabo y, durante el reinado de Felipe II, José de Acosta escribió en 1590 un informe sobre la dificultad de unir los dos océanos como querían algunos navegantes y exploradores españoles: «Algunas personas han hablado de excavar este terreno de seis leguas y unir un mar con el otro […]. Eso sería inundar la tierra porque un mar está más bajo que el otro». Al margen de estas razones y otras de índole teológico también se contempló que otras potencias marítimas podrían sacar partido del canal.21 Con Felipe III el proyecto retomó importancia y se encargó un estudio a ingenieros holandeses, pero el Consejo de Indias alertó de que ese proyecto podría suponer un riesgo para los territorios españoles en América. Incluso durante el siglo XVIII se mantuvo el proyecto, pero la Corona tenía otras prioridades.
Comentários